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Antonio Alfaro

analfaro@nacion.com

Hay técnicos con 'buena prensa', pero como dicen los anuncios de licores: el abuso es nocivo para la salud.

Wanchope la tiene a su favor, como alguna vez Guimaraes, evidente a más no poder en la presentación oficial como nuevo seleccionador. Algunas preguntas parecían halagos y algunos halagos parecían preguntas.

¡Ayúdame Freud! (y no precisamente la canción de Arjona): ¿será doctor, que aún vemos al goleador, al verdugo de Guatemala, al ángel negro que acarreó la pelota desde el medio campo esquivando 'diablos rojos' para anotarle en su debut al Manchester United?¿Será que en algún lugar aún palpitamos los dos goles ante Alemania en el juego inaugural de una Copa del Mundo?

Les tengo una mala noticia: Paulo César Wanchope estará enjaulado en la zona técnica, lejos de su área, aquella que rondaba con el número '9' en la espalda, insaciable depredador, peligroso hasta en el peor de sus partidos.

De aquellos días, en cambio, sin duda sobrevive el profesional, cuidadoso con los detalles, corajudo con las lesiones. Admiro sin rodeos sus batallas con la adversidad: cuando las rodillas flaqueaban, el corazón les daba guerra; cuando el corazón no bastaba, el cerebro hacía la tarea.

Si fuera por sus meniscos, cartílagos y ligamentos, Wanchope no figuraría en la lista...

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