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Sin millaje en selecciones, pero avalado por una bien ganada fama de entrenador de élite en México, Gustavo Matosas se enrumba al banquillo de la Sele .Adicto a sí mismo y dueño de un carácter férreo, a sus 51 años anda en busca de una presa mayor.Venerado en León por el ascenso y posterior bicampeonato en Primera (2012-2014), se estrenó como campeón en su país con Danubio, le dio un título de Concacaf al América (2015), aunque también, como todo estratega, carga datos que le juegan a la contra.Y esos números para meter debajo de la alfombra son sus pasos en falso en Estudiantes de la Plata (Argentina), Atlas y Cerro Porteño (Paraguay), que no desmerecen su idea de jugar al ataque sin excesos.A Matosas le gusta el fútbol bien jugado, pero tampoco come vidrio, de ahí que no se ruborizará si, en presencia de un rival superior, juega con línea de 5, dos contenciones, dos volantes y un delantero.Quienes lo conocen aportan un detalle de peso: cuando arma una estructura sólida, es más osado y suele usar un '5' clásico, tres volantes bien dotados técnicamente para intercambiar posiciones y un par de delanteros.En León se le recuerda por su obsesión por el arco de enfrente, el juego vistoso y efectivo.Cree en los futbolistas de buen pie, aunque también premia con...

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