Opinión: Más que una bella historia

Jacques Sagot

jacqsagot@gmail.com

Darío Dos Santos no había aun jugado un solo partido de fútbol, cuando, a los 19 años, fue encarcelado por vigésima vez.

Un funcionario de la prisión persuadió al ladronzuelo para que utilizase su pasmosa capacidad de salto ?que había depurado escalando muros y huyendo de los policías? para superar por alto a los defensas en el terreno de fútbol. 'Jugué mi primer partido en la cárcel' ?recuerda Darío?.

El carioca, flor de la miseria, decidió darle a su vida un golpe de timón? pero se prometió cometer un último robo. Con el botín compró un balón de fútbol. Fue una adquisición providencial: Darío 'Maravilla', estrella del Atlético Mineiro y banca de la Verdeamarela en México 1970, se retiró como el segundo máximo anotador de goles de cabeza, tras el legendario húngaro Sándor Kocsis, y como el cuarto mayor goleador de la historia del fútbol brasileño, después de Pelé, Friedenreich y Romario.

Sí, es una bella historia. Pero no puedo proponerla como paradigma, no puedo decir: 'sí, conviene ser miserable y además dedicarse a la delincuencia, para hacerse encarcelar, y toparse en el presidio a una paternal figura que va a enrumbarnos por la senda del bien y del éxito deportivo'.

No, no puedo 'recomendar' tal cosa. A lo sumo, observo que, muy ocasionalmente, un bello nenúfar puede brotar en medio del más pestilente pantano. Un pantano que no es...

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