Opinión: Benito Floro no viene de Disney

Antonio Alfaro

analfaro@nacion.com

Ecuánime, casi siempre en el banquillo, con frialdad analítica -y no necesariamente friolento, pese a la jacquet en plena tarde limonense-, la imagen del estratega Benito Floro podría representar el devenir de la Liga: un camino que exige paciencia, apuesta al trabajo día a día, semana a semana, más que al grito o al resultado inmediato.

Una derrota ante Santos y un empate contra Limón completan los presagios alajuelenses para este Verano. Las sospechas cada vez toman más forma de certezas: Benito Floro es técnico, pedagogo, gerente, pero no mago.

La alineación manuda resulta irreconocible, con apellidos que hasta hace un mes no figuraban como estelares. Los Garita, Alfaro, Marín, Sequeira, Cordero, Jiménez y Cerdas sustituyeron a los Salvatierra, Cummings, Woodly, Claros...

Semejante transformación requiere tiempo, más aún si los nuevos inquilinos de la oncena rebosan juventud, inexperiencia, ambición, talento e imperfecciones; todo a la vez. Aunque algunos ya levantaban la mano, no se trata esta vez de ingresos esporádicos por el lesionado de turno, ni del torneo a préstamo en el equipo pequeño.

Al fin fueron escuchados los manudos que ven en Kenneth Cerdas la promesa de un 10. Tiene talento; le falta oportunidad. Ahora, con apenas dos juegos de titular, arranca un camino incierto en el que no basta tener pase...

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