Opinión: 'Gabriel Badilla, le presento a mi familia'

Eduardo Baldares

eduardo.baldares@nacion.com

Rafael Renán Murillo Borge era tan, pero tan saprissista, que veía a los jugadores morados como amigos cercanos. '¡Drummond!, ¿cómo le va? Le presento a mi familia'.

'¡Mincho!, ¿pura vida? Le presento a mi familia'.

Viéndolo tan simpático, con su sonrisa carismática resplandeciendo detrás de su inconfundible bigote, amablemente, los futbolistas se aproximaban y lo saludaban, dándole la mano a él y luego, uno por uno, a quienes lo acompañaran, ya fuera mi suegrita, alguno de mis cuñados o mi esposa. Incluso, una vez, en un supermercado tibaseño, me presentó a Porritas (aunque yo ya lo conocía, por mi oficio de periodista). Y así sucedía con cuanta figura o exfigura del Monstruo se encontrara.

Cuando lo conocí, resultó ser el suegro menos intimidante del mundo. Hicimos clic automático. Ese mismo día me enseñó su colección de jackets , buzos, camisetas, pantalonetas, llaveros, banderas, banderines, vasos y demás artículos de su querida S , y una que otra 'chuchería' de su otro gran amor, el Real Madrid.

Pronto se convirtió en mi compañero de las tardes futboleras dominicales (siempre que no me tocara trabajar). Y era tal su don de gentes que, aunque se jugara un clásico nacional y, al mismo tiempo, se disputase un Cartaginés-Santacruceña, él, sabiéndome brumoso, me decía: 'Veamos el de Cartago; yo oigo el de Saprissa'. Así era de chavalazo.

Una de esas jornadas fue...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR