Opinión: El golazo de Gulliver

¿Cómo es posible que un timonel, por definición, guía y mentor, atribuya a su barrera de "enanos" el golazo de Gulliver? Como si fuera tan fácil embocar la redonda en los cordeles, aún sin una barrera en frente. ¡Qué pena!, lejos de reconocer la virtud innegable del franco tirador adversario -de quien es sabido que donde pone el ojo, pone la bola-, un avezado y prestigioso estratega prefirió dejar en mal predicado a sus muchachos, los mismos que minutos antes, tras un esfuerzo casi sobrehumano, habían logrado una anotación que estuvieron muy cerca de traducir en victoria. A mí me parece que hay algo de enfermedad colectiva en la sociedad y en el deporte. De otra manera no se puede explicar que a lo largo de una semana se haya debatido más el penoso incidente después del clásico, en el que un par de energúmenos arremetió contra uno de los protagonistas y, a modo de conjura o brujería, el detestable altercado haya hecho olvidar por completo el emocionantísimo epílogo entre Alajuelense y Saprissa en el Morera Soto.Sucesos tan lamentables como el de los exaltados ocurren en muchas oportunidades en los diferentes estadios del país, con la salvedad de que no siempre quedan registrados. Claro que hay que desterrarlos de los terrenos...

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