Opinión: Hefner y el fútbol

Jacques Sagot

jacqsagot@gmail.com

El 3 de setiembre de 1989 se disputa, en el Estadio Maracaná, un juego decisivo entre Brasil y Chile para la clasificación al Mundial Italia 90. El portero chileno, Roberto el Cóndor Rojas, simula un corte sobre su ceja, presuntamente producto de una bombeta tirada al terreno de juego por los hinchas locales. El partido fue suspendido cuando Brasil ganaba 1-0. Días después, una investigación reveló que el Cóndor se había autoinfligido la herida con una navajilla, para abortar el partido y forzar un nuevo encuentro en cancha neutral. Una de las páginas más bochornosas en la historia del fútbol chileno. El partido le fue adjudicado a Brasil (con lo cual Chile quedaba eliminado), la selección andina fue castigada con la prohibición de participar en la justa de 1994, y el Cóndor marginado a perpetuidad del fútbol (en 2000 se le concedió una amnistía). El 'condorazo' (expresión con la que llegó a designarse, en Chile, cualquier impostura de bulto) también le acarreó sanciones severas al director técnico, Orlando Aravena, al médico del equipo y a notorios dirigentes del fútbol chileno.

Pero lo más insólito fue esto: la responsable del triquitraque, una brasileña llamada Rosenery Nello Do Nascimento, confesó su travesura, y el gesto la catapultó de inmediato a la fama. ¿A cuál fama? Pues a...

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