Opinión: Hipocresía

Eduardo Baldares

eduardo.baldares@nacion.com

'Nos anularon un gol legítimo, nos privaron de un claro penal y el árbitro estaba de frente', se queja, poniendo los mismos ojitos que el Gato con Botas en Shrek. Cuando le conceden goles que no ingresaron o en posición prohibida, se instala en un confortable 'no acostumbro hablar de los arbitrajes' o en el evasivo 'no vi la jugada'.

'Me expulsaron injustamente, ya no se puede decir nada. Se nota que no me quieren, señores', golpea la mesa. Ah, pero cuando a su club le perdonan penales evidentes o le valen goles viciados de nulidad, se acomoda en el sillón del silencio.

'El arbitraje fue desastroso y tendencioso en nuestra contra'. Ajá. ¿Y los penales obsequiados a su equipo?¿Y los cometidos por sus pupilos y que no fueron señalados? Si dijo algo, no le entendí. Y, el colmo del descaro: aquel que se enfureció porque a su club le anularon un gol... ¡en clara posición prohibida! Sinvergüenzada.

Y no olvidemos las extrañas lágrimas porque el rival escondió bolas en tiempo de reposición... 'extrañas', porque provinieron del mismo club cuyo utilero pateaba balones cuando el contrario se disponía a cobrar tiros de esquina (otra cochinada imperdonable). Ni a los que lloran porque les quitan figuras... y recién acaban de arrebatar jugadores y hasta al timonel a otro club.

Así son: hipersensibles ante el error que los perjudica, indiferentes (¿agradecidos?) ante los regalos arbitrales. Críticos de las artimañas... solo si son en contra. Y no solo jugadores, técnicos y...

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