Opinión: El lujo también se revienta

José David Guevara

jguevara@elfinancierocr.com

Diciembre 25 de?¡qué importa el año! El hecho es que a uno de los amigos del barrio le regalaron un balón durante el festejo de la Navidad. Por supuesto, ¡había que estrenarlo de inmediato!, pues nada mejor que una mejenga para empezar a reducir los kilos ganados en los últimos días a punta de tamales, cerdo, queques navideños y otros manjares.

Lo mejor de todo es que la bola era sintética, esas que empezaban a ponerse de moda porque podían mojarse y aun así se mantenían livianas, y no una de cuero que empapadas pesaban más que ver ganar a Donald Trump.

Bastaron unas cuantas llamadas telefónicas para coordinar el partido: a las dos de la tarde en la plaza ubicada frente a la escuela. La idea era que llegaran todos para jugar de marco a marco.

Como siempre, primero llegaron los más 'fiebres', los 'calenturas' que no se perdían la transmisión de ningún partido y llenaban los álbumes con las postales de los jugadores de cada mundial. El dueño de la bola se hizo presente a las dos en punto. Portaba la redonda en un maletín, el cual abrió con paciencia franciscana, consciente de que todos estaban ansiosos por conocer al balón que les depararía tantas alegrías.

Una especie de luna llena que intercalaba gajos hexagonales blancos y negros. Todos querían patearla, cabecearla, hacer series, pararla con el pecho, rematar a marco. ¡La redonda pasó la prueba!

Acudieron 16 mejengueros: ocho contra ocho. Un portero en cada...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR