Opinión: Paquetes que vienen y van

Amado Hidalgo

Periodista hidalgo.amado36@gmail.com

A todos nos pasó. Romper el papel navideño, abrir el paquete con afán y convertir la Nochebuena en una noche de desilusión. En lugar del robot de la última película, armado de láser y capacidad de volar, nos han dado un soldadito de plástico, verde, patético y diminuto.

Algo de esa vivencia infantil nos persigue de adultos, con la llegada en cada diciembre o julio de esos paquetazos envueltos en la camiseta de nuestros amores futboleros. Esperamos goles a granel, que la herida defensiva deje de sangrar o que el anhelado armador llegue con su chistera de mago. Pero el Santa Claus del fútbol nos vuelve a defraudar y apenas le quitamos el envoltorio y lo ponemos en el campo, con la esperanza desbocada, nos toca atragantarnos.

Otra vez la bola plástica en lugar de la Tango, la Fevernova o la Jabulani que esperamos con inocencia infantil tras ver a los Maradona, Platini o Ronaldinho, desgranando su genio en el último mundial que vimos en la tele.

Esperaron una versión moderna del Bam Bam Zamorano, pero les llegó el Bam Bam de los Mármol, el fortachón hijo de Pablo. Lo vendieron como un gladiador de la defensa, pero vino un coleccionista de penales y autogoles. Dijeron que haría olvidar a la Cobra Wanchope, pero no llegó ni a una falsa coral desdentada. Paquetazos con el ·che a flor de boca, el mate en la valija, el vallenato en el Ipod, pero sin música en los pies, la garra catracha sin dientes ni uñas, serbios exóticos...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR