Padres sufren viacrucis para rehabilitar a hijos adictos

Pasaron dos meses, con sus días y noches, para que una madre de familia encontrara un lugar donde su hijo de 16 años pudiera iniciar el tratamiento contra su adicción a las drogas.

Dos meses, llamando varias veces diarias a una decena de albergues, en espera de un cupo para internarlo. Era la única vía para sacarlo del consumo activo de alcohol y marihuana.

Hasta que lo consiguió. La noticia de que había campo fue el comienzo de la recuperación de su muchacho, quien inició su relación con las drogas sin haber salido siquiera de sexto grado de primaria.

Como muchos padres, esta mujer (identidad protegida), se resistía a creer que el menor de sus tres hijos era adicto. '¿Cómo es posible que no me crea?¿Por qué no confía en mí?¡Soy su hijo!', decía él a su madre cuando ella se atrevía a enfrentarlo ante las sospechas.

'En el fondo, me resistía a creerlo', reconoce dos años después de vivir la que describe como 'la peor de sus pesadillas'.

El camino para ella y su hijo no ha sido fácil. El país ofrece escasas opciones gratuitas o de bajo costo para las familias con menores adictos a las drogas, admiten las autoridades en este tema.

De acuerdo con los registros del Instituto sobre Alcoholismo y Farmacodependencia (IAFA), desde hace varios años hay siete programas residenciales (con internamiento) para hombres y mujeres menores de edad con problemas adictivos.

A estos hay que agregar el Programa Nuevos Horizontes, que funciona en el Hospital Nacional Psiquiátrico, y que solo tiene capacidad para 12 camas.Aquí, un 70% de los menores enfrentan procesos judiciales.

Las modalidades no residenciales para esa población son solo tres; la mayoría en San José.

De los que funcionan de forma privada poco se sabe. Este diario hizo la consulta al IAFA, que a su vez refirió al Ministerio de Salud. Este volvió a remitir al IAFA, sin que ninguno de los dos tenga certeza de cuántos lugares funcionan y con qué tipo de controles.

En consultas con padres de familia, este diario supo de algunos en Santa Ana y en Atenas donde cobran hasta $6.000 mensuales (más de ¢3,2 millones).

Deuda. En sexto grado, a su hijo le ofrecieron marihuana. En segundo año de colegio, se escapó sin permiso auna 'barra libre' o 'megafiesta',donde los asistentes tienen acceso ilimitado al consumo al pagar una cuota.

Aunque, por lo general, los sitios de estas fiestas son secretos, ella lo buscó hasta dar con él. 'Las mesas estaban llenas de pipas, pastillas, polvos... eran varias cabañas en...

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