Paulo César vive montaña rusa de emociones

Cuando Paulo César Wanchope se volvió a sentar en el banquillo local del Rosabal Cordero, luego de ocho años, no sospechaba que los 90 minutos de juego lo llevarían por una montaña rusa de emociones.Un desolado estadio, con escasa afición y con mucha lluvia, fue testigo de su regreso.Unos 45 minutos antes del juego, había salido a calentar el Herediano, pero sin su entrenador, pues Wanchope se mantuvo en la zona de camerinos hasta el último segundo. Incluso, fue instantes antes de iniciarse el cotejo cuando apareció con su suéter impermeable y pantalón negro, en plena carrera para poder llegar al banquillo antes del pitazo inicial.La gran compañera de Wanchope fue la lluvia, que no mermó un solo instante, pero a la vez se volvió una alidada que le permitió trabajar con tranquilidad, pues todos los aficionados detrás de la banca abandonaron ese sector para resguardarse.Con el transcurrir de los minutos, su equipo no se veía bien. Aun así, mantuvo la calma y se apoyó en Luis Fallas, su asistente, para hablar sobre lo que estaba sucediendo.El trago más amargo llegó a los 40 minutos, cuando Fabrizzio Ramírez abrió la cuenta. El estratega se fue a sentar inmediatamente incrédulo ante el exquisito remate del rival.Al final de la primera etapa, los chiflidos no se hicieron esperar y Chope salió muy lentamente, no sin antes pensar en los cambios y dejar calentando a José Guillermo Ortiz.Chope, sin embargo...

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