La pelota no es una bazuca

Amado Hidalgo

hidalgo.amado36@gmail.com

Cuando juegan las selecciones, al fútbol suelen convertirlo en un asunto de Estado, en una semideclaración de guerra entre los involucrados, en la causa de un patriotismo exacerbado que no mostramos a diario en otros ámbitos mucho más importantes.

Así, la mano de Maradona en el México 86 no fue una jugada sucia, sino la venganza justa contra la Inglaterra imperialista que avasalló a Argentina en la Guerra de las Malvinas. 'El Dios del fútbol', a través de esa mano le deparó algo de justicia a un conflicto que tiempo atrás dejó muertos y heridas profundas.

Hace 46 años, un problema agrario en los límites entre Honduras y El Salvador fue el detonante de un conflicto armado que en cinco días provocó 6.000 muertos. Mientras las selecciones disputaban en el Azteca un desempate para ir a la final de la eliminatoria para México 70, los gobernantes declaraban la lucha armada.

Las guerras mundiales y los conflictos del Medio Oriente, entre otros, le han cargado al fútbol esa cruz ingrata de vengar los odios bélicos a través de un espectáculo deportivo en esencia viril, pero impregnado del placer inocente de todo juego. Así, para Suecia 58, Egipto, Indonesia y Sudán se negaron a enfrentar a Israel por el conflicto con los árabes.

A la pelota que rueda por las canchas de todo el mundo se le acusa de propiciar la xenofobia, el nacionalismo, el racismo, el chauvinismo, la...

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