Perdonar siempre se paga a un alto precio

La Copa Oro se convirtió para Costa Rica como aquella clásica película rodada hasta la saciedad: aunque se hagan decenas de versiones, el final es el mismo. Si los actores cambian, los errores suelen mantener el guion de la historia.

Esta vez el perdonar a Estados Unidos liquidó a la Selección, cuya mejoría no fue suficiente para llegar a la final.

Los tiros de salva que lanzó Marco Ureña terminaron respondidos por dos balazos. Y adiós a la Copa.

EE. UU. mostró sus credenciales de peso completo apenas en 15 segundos de juego.

Jordan Morris sacudió el poste derecho de Patrick Pemberton y aquello fue como una declaratoria de intenciones de parte de los locales.

Si bien la Tricolor respondió en dos minutos con un disparo desviado de David Guzmán, fue claro que la propuesta de los norteamericanos era dinamitar todo los espacios posibles para tirar abajo el planteamiento de Óscar Ramírez.

La Sele se apegó a su libreto habitual, metió diez hombres en su pedazo del campo y apostó a Marco Ureña para intentar sorprender con algún pique.

El atacante perdonó la mejor acción del equipo patrio en la primera parte. Bryan Ruiz fabricó una ofensiva él solo y puso a Marco de cara a gol. El remate acabó cazado por el guardameta Tim Howard.

La Mayor ganó lucidez cuando Ruiz asumió la elaboración de juego y tomó la pelota. Así le bajó las revoluciones a un oponente que empezó agresivo y perdió energía en los minutos finales del acto inicial.

Al equipo de Bruce Arena no le sirvió de nada tener la pelota de su lado (61% de posesión en los primeros 45...

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