Princesas, ¡sí! Princesos, ¡no!

Eduardo Baldares

eduardo.baldares@nacion.com

Futbolísticamente hablando, 'princesas' puede ser un mote cariñoso y adecuado para aquellas jugadoras que se esfuerzan por alcanzar sus sueños y, como en los cuentos de hadas, logran sus objetivos unidas, en equipo, a pesar de mil y una vicisitudes.

Los 'princesos', en cambio, tienen 1.001 facilidades. Habitualmente, militan en equipos grandes o fuera del país, reciben buenos salarios, visten a la moda, algunos cambian de novia (casi siempre modelo) como de calzoncillo, andan en carros de lujo, meten centenas de goles (en Play Station) y suelen tener problemas de arrogancia e indisciplina. Dividen camerinos.

Cual cenicientas del deporte, solo por jugar al fútbol las 'princesas' son señaladas desde niñas por una sociedad que estereotipa, injusta y machista. Pero no cesan de luchar, persiguen sus anhelos como al balón y corren, saltan, se barren, se deslizan y hasta vuelan en pos de ellos. Se ensucian el uniforme. Las más afortunadas reciben viáticos apenas y a penas decentes, y la mayoría ni eso. Entonces, tienen que trabajar en otros oficios y, por aparte, dedicarles horas en madrugadas y/o noches a los entrenamientos con sus equipos aficionados del ámbito local y/o selecciones nacionales.

Ellas no viven del fútbol, pero se esfuerzan al 100% en las prácticas y en los partidos, particularmente cuando visten...

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