PROYECTO DE LEY MODIFICACIÓN DE LA FECHA DE ELECCIÓN DE LOS CARGOS DEL RÉGIMEN MUNICIPAL

Fecha de publicación06 Mayo 2022
Número de registroIN2022641361
Emisor10177

PROYECTO DE LEY

MODIFICACIÓN DE LA FECHA DE ELECCIÓN

DE LOS CARGOS DEL RÉGIMEN MUNICIPAL

Expediente N° 23.011

ASAMBLEA LEGISLATIVA:

Nuestra democracia sigue siendo una de las más sólidas de América Latina y, gracias al trabajo del Tribunal Supremo de Elecciones, somos uno de los países de la región con mayor transparencia en sus procesos electorales. Sin embargo, los costarricenses no han apreciado del todo estos importantes resultados y, año tras año, la participación electoral de los ciudadanos ha decaído hasta el punto de alcanzar cifras preocupantes.

Al respecto, el Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad de Costa Rica explica:

“Durante la segunda mitad del siglo XX, la vitalidad y vigencia de la democracia costarricense tuvo como uno de sus principales cimientos la fortaleza del sistema electoral, en el que sobresalen la creación del Tribunal Supremo de Elecciones (1949) como un cuarto poder independiente, así como la credibilidad y pureza del sufragio. Esta fortaleza se manifestaba en una masiva participación de los ciudadanos en las elecciones nacionales, en un ambiente de festividad y activismo, donde el cuestionamiento y rechazo a través de la abstención fue un fenómeno relativamente tangencial, a tal punto que se llegó a plantear la existencia de un “abstencionismo histórico” –de alrededor de un 18 por ciento del padrón de votantescomo una situación normal de la vida electoral y, por ende, política del país.

Más concretamente, el análisis del ausentismo electoral en nuestro país en los últimos 50 años permite identificar tres periodos, según el valor asumido por ese indicador (véanse Gráfico 1.1 y Cuadro 1.1). En primera instancia, la década de los años 50 marca el proceso de consolidación de un nuevo sistema político-electoral, producto, entre otras causas, de los acontecimientos suscitados en 1948. La proporción de ciudadanos que no acudieron a las urnas electorales en esta etapa representó alrededor de una tercera parte e incluso se incrementó entre 1953 y 1958. No obstante, ya para la década de 1960 se estabiliza una proporción de abstencionistas de alrededor de una quinta parte de los ciudadanos, situación que no muestra fluctuaciones importantes hasta la elección de 1998. Precisamente la estabilidad de este porcentaje por ese largo periodo es una de las razones por las cuales no se prestó atención a este fenómeno ni se realizaron investigaciones al respecto. El interés estuvo más bien centrado en la simpatía partidaria de los ciudadanos y en el caudal electoral de los partidos políticos.

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Sin embargo, la atención y las preocupaciones sobre el fenómeno de la abstención cambiaron en las elecciones de 1998, cuando el número de costarricenses que se mantuvo alejado de las urnas creció hasta un 30 por ciento del padrón electoral. Este incremento motivó no solamente discusiones y serios cuestionamientos sobre la legitimidad del régimen institucional, sino que, además, desde la academia, se planteó la necesidad de dirimir la naturaleza y el significado del fenómeno1. Existen, por lo tanto, algunos trabajos de investigación que, con base en los resultados de las elecciones de 1998, iniciaron la tarea de determinar y caracterizar socialmente a los abstencionistas.

La esperanza o presunción de que el importante incremento de la abstención en 1998 era un fenómeno coyuntural, hizo suponer a académicos y políticos, y a la ciudadanía en general, que el descontento evidenciado en esa elección no se reproduciría en 2002. Esta presunción se vio reforzada por el atractivo popular de uno de los candidatos de las agrupaciones mayoritarias, quien a su vez marcó distancia con respecto a la dirigencia tradicional de su partido; así como por la aparición en esas elecciones de una tercera opción con importantes posibilidades electorales. Esta nueva coyuntura hizo que la atención y preocupación sobre la abstención pasara a un segundo plano, bajo el supuesto de que esta volvería a sunivel histórico”.

Pero los resultados de las elecciones del 3 de febrero de 2002, colocaron la abstención como uno de los principales fenómenos políticos actuales de la vida democrática de la sociedad costarricense. El porcentaje de electores que no acudieron a votar superó levemente el de 1998: prácticamente uno de cada tres ciudadanos inscritos no votó”.[1]

En la misma dirección, un estudio posterior, elaborado por la Universidad de Costa Rica y el Tribunal Supremo de Elecciones, reveló:

En las elecciones del 2002, en el contexto de cambio de milenio, se da una convergencia de múltiples factores que constituyen lo que acá se define como la ruptura del bipartidismo y emergencia del pluripartidismo moderado. Se trata de una disminución en el apoyo a los partidos tradicionales y un mayor apoyo a los partidos emergentes que generó en el país el más reciente cambio en la conformación del sistema de partidos.

En bipartidismo los partidos tradicionales concentraron casi la totalidad de los votos válidos pero, con el paso al pluripartidismo moderado, en un principio el PLN y luego el PUSC han visto disminuidos sus apoyos electorales. Una elección antes, en 1998 el aumento de 11,1 puntos porcentuales en el nivel de abstención ya evidenciaba el descontento de los electores con los partidos tradicionales. Pero fue hasta la elección siguiente en que junto a la pérdida de apoyo a los tradicionales inicia el aumento de apoyo a nuevos partidos y con ello la transformación del sistema de partidos.

Para el 2002 el PLN y PUSC perdieron en conjunto un 22 % de votos válidos. Ese año, el PLN fue el más afectado con una disminución de 13,5 %. La pérdida del caudal del PUSC fue de 8,4 %, con lo que ese partido logró por primera vez mantenerse en el poder de forma consecutiva en un segundo periodo presidencial. En las dos elecciones siguientes y, especialmente en la última (2010), el PLN recuperó su apoyo hasta cifras aproximadas a las que concentraba en el período bipartidista.

Paralelamente, en 2006 el PUSC experimentó una abrupta caída de 35% en su caudal de apoyo electoral. Esa elección y la siguiente, en el 2010, el PUSC ha concentrado el apoyo de un partido minoritario a nivel presidencial, con 3,6 % y 3,9 % de votos válidos respectivamente.

El paso al pluripartidismo moderado se concretó con el crecimiento de apoyo electoral a nuevas opciones partidarias. En la elección del 2002 se postuló por primera vez el Partido Acción Ciudadana (PAC) y captó un 26,2% del total de votos válidos, con lo que forzó el resultado electoral a una segunda ronda por primera vez en la historia, ya que ningún partido logró alcanzar el umbral del 40% de los votos válidos necesarios para lograr la presidencia. Al respecto conviene señalar que Ottón Solís, principal líder político del PAC, anteriormente fue miembro de la estructura del PLN por lo que pudo atraer una parte de los seguidores de ese partido.

En la elección del 2006 se consolida el apoyo electoral a los partidos emergentes. El apoyo al PAC siguió creciendo y se da un importante incremento en el apoyo electoral al Movimiento Libertario (ML), alternativa de tendencia liberal liderada por el político Otto Guevara. Para esa elección un indicador da cuenta de la magnitud del cambio en el sistema de partidos: entre ambas tendencias emergentes (PAC y ML) concentraron un mayor porcentaje de votos válidos (48,3 %) que la proporción que alcanzaron los dos partidos tradicionales juntos (44,5 %); El 39,8 % de ese apoyo los obtuvo el PAC, con lo que disputó de cerca la elección presidencial al PLN, que resultó ganador en esos comicios con 40,9 % de los votos válidos. En total, la diferencia entre ambos partidos fue de 18.169 votos, que en términos relativos es tan solo el 1,1 % de distancia.

En el 2010 los partidos emergentes concentraron cerca de la mitad de los votos válidos, distribuidos en partes similares entre ambos. Para esa elección el PAC y el ML concentraron un 46% de votos válidos, con la particularidad de que la diferencia de apoyo entre ambos partidos se redujo de cerca de 30 puntos porcentuales en 2006 a menos de 5 en 2010. Esto se debe a que el PAC frenó, e incluso revirtió, la tendencia ascendente de apoyo de las dos elecciones anteriores, a la vez que el ML aumentó de manera considerable su apoyo electoral”.[2]

Paralelo al fenómeno de los partidos emergentes, durante el nuevo milenio comenzó a consolidarse una tendencia creciente del abstencionismo, primero como manifestación de descontento hacia los partidos tradicionales y posteriormente, como reclamo hacia esos partidos emergentes que tampoco lograron satisfacer las expectativas de los electores ni cautivar su lealtad.

Así por ejemplo, para las elecciones del 2002 el abstencionismo alcanzó la cifra de 31.2% e incluso fue necesario llegar a una segunda ronda para dirimir la elección presidencial, resultando como ganador Abel Pacheco De la Espriella. Para el 2006, en un contexto muy particular marcado por la aprobación o no del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos, República Dominicana y Centroamérica, el abstencionismo registró un total de 34.8% del total del padrón.

Posteriormente en 2010, la cifra bajó considerablemente hasta el 30.9% y volvió a subir levemente para los siguientes comicios, llegando a 31.8% en 2014, momento en el cual también debió realizarse una segunda ronda que declaró triunfador a Luis Guillermo Solís Rivera. Finalmente, en la más reciente contienda de 2018, el abstencionismo marcó 33.8% del padrón electoral, siendo también necesaria una segunda ronda.

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Las elecciones del 2010 sin duda pueden considerarse como un punto de quiebre, como una transición histórico-política, en el tanto se realizaron por última vez los nombramientos de regidurías separadas de los de alcaldías y, a partir de entonces, se unieron todos los cargos del régimen municipal en un proceso electoral separado del nivel nacional y realizado a mitad...

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