El pueblo que vio surgir al diminuto Allen Guevara

La casa de paredes turquesas es abrazada por un robusto árbol de sálamo. Es pequeña pero tan cálida como su dueña, doña María del Pilar. La viejita de piel oscura lleva un vestido largo y multicolor, unas sandalias negras y un pequeño moño que amarra sus canas.-Estoy buscando a la abuela de Allen Guevara y los vecinos me dicen que vive aquí. ¿Es usted? -le pregunto por pura cortesía. Basta mirar el rostro alegre, la nariz angosta y los ojos pequeños y achinados para reconocer el parecido con el futbolista.La abuelita me saluda, me acerca un banco de madera y me pide que me siente a su lado, en el corredor de su casa.Las macetas rodean la propiedad, asentada frente a una pequeña calle de lastre con solo siete viviendas a la vera, una a la par de la otra, justo al frente de la plaza de Paso Tempisque. Siete pasos separan la casa de doña María del Pilar de la cancha de fútbol.'Así como la ve, Allen se levantó de esa placita', cuenta doña María.Aquí se crio Guevara, en un barrio que colinda con el río Tempisque, a unos 30 minutos de Liberia. Hay una iglesia color blanco, un parquecito con bancas de colores, un centro de salud de buen tamaño, un súper bien rotulado y decenas de casas de madera antigua y bien pintadas, fieles al Guanacaste de antaño.La plaza está dañada por los aguaceros. Hay unos camerinos y decenas de árboles frondosos a su alrededor.Este es el...

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