Reo Alexánder Avendaño: 'No soy santa paloma, pero a garrotazos nadie entiende'

'Esta es la peor vez que yo llego a una etapa (Máxima Seguridad) y me tratan sin respeto a la vida. No soy una santa paloma, he tenido un currículum carcelario un poco ajetreado y tal vez por eso uno tiene sus enemistades. Esta última vez me topé con un supervisor demasiado drástico, que me dice que tengo que ubicarme ahí porque es orden de sus superiores'.Con esas palabras, el recluso Alexánder Avendaño Mora relató que en los 17 años que ha cumplido de los 22 establecidos en su condena, nunca como ahora había sufrido tantas agresiones de parte de los custodios, quienes en una ocasión hasta le quebraron el dedo meñique.Tras una de esas golpizas, en febrero, decidió interponer un recurso de hábeas corpus ante la Sala Constitucional. El miércoles pasado los magistrados ordenaron al Ministerio de Justicia intervenir Máxima Seguridad, al determinar que existe un grupo policial que tortura a los presos.Avendaño, de 36 años, aceptó entrevistarse con La Nación , pero aseguró estar asustado y con miedo de que, al hablar de todo lo que ocurre en ese ámbito, los oficiales tomen represalias en su contra.'Si estoy aquí sentado es para que esto se acabe para todos. Tal vez estoy hablando por todos, pero muchos no se animan a denunciar, por miedo', manifestó el reo mientras permanecía esposado de manos y pies.Peleas. Avendaño sabía que debía 'darle duro' al otro interno que lo esperaba en la celda de Máxima Seguridad a la que los custodios lo estaban trasladando desde el ámbito B. Ambos pertenecen a bandos enemigos y estaban a punto de compartir el mismo espacio.'Este señor, Deivid, tiene problemas (...) y el mae se lo expresa al policía delante mío, quien le dice que: 'Si tiene problemas, ahí sale apuñalado', cosa que yo no voy a hacer, no me voy a prestar.'Yo le digo (al policía) que no podemos dormir juntos porque, o me agarra o lo agarro. Este señor (custodio) entra con su escuadrón, nos mete al patio y nos dice (a los dos reclusos): 'Aquí tienen que darse duro, el que pierde se va'.'Nosotros nos damos duro porque ¿para dónde agarramos? Gracias a Dios el otro mae puso las manos abajo y no quiso más, entonces (los policías) nos pegan una garroteada, nos gasean y nos dejan ahí', contó Avendaño.Además de organizar peleas entre presidiarios, Avendaño afirma que los oficiales los golpean, les rocían gas pimienta en la cara y genitales y los maltratan a nivel psicológico, como dejarlos sin almohada, retrasarles la hora de visita y quitarles los cuadernos y lapiceros. Para...

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