El silencio detrás de la puerta blanca del doctor Hernández

La puerta blanca detrás del portón blanco de la casa blanca con verjas blancas con la chapa dorada del número 29 de la calle Harvard, en Montes de Oca, estaba tan cerrada como quiso el doctor Rodolfo Hernández.Nadie entraba ni salía sin que él lo supiera. Pero esto no lo sabían los periodistas que esperaban tostados por el sol a media mañana ayer, cuando se negaban a irse de allí, esperando que el doctor los atendiera.Ninguno estaba enfermo, al menos no de internamiento. Camarógrafos, asistentes y periodistas esperaban una respuesta del doctor, quien se había metido, no solo a político, sino a candidato presidencial del segundo partido más añejo del país: el Partido Unidad Social Cristiana.El problema es que Hernández padecía de una desconfianza severa hacia los medios, y a pesar de que en solo una semana había hecho cosas jamás vistas en la política criolla de este país tropical, se negaba a explicar sus motivos.Poco después de las 9 de la mañana, un carro todo terreno se paró frente a la casa. De él se bajó la esposa y candidata a primera dama de la República Marcelle de Mezerville.Pero su gesto no tenía ya la euforia que había presentado junto al doctor el 15 de marzo, cuando al ritmo de mariachis anunció su intención de 'curar a Costa Rica'.Su sonrisa la escondía bajo un gesto duro y su mirada estaba congelada detrás de un par de anteojos oscuros, impenetrables.Venía de no se sabe dónde y alegó que el doctor no...

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