A sociedad enferma, fútbol enfermo

Jacques Sagot

jacqsagot@gmail.com

En sus más perversas manifestaciones, las barras constituyen la faz en sombra del fútbol. El Ajax de Ámsterdam -hablo de mediados de los setenta, no de los años de la preguerra- era objeto de invectivas racistas inimaginables. Sus adversarios, sabedores de que en el equipo militaban jugadores judíos (Cruyff, el más conspicuo de ellos), y de que el cuadro estaba asociado a la comunidad judía neerlandesa, gritaban '¡Hamas, Hamas, los judíos al gasssssss!': una rima inconcebiblemente cruenta y grotesca. Cuando no invocaban a Hamas, se limitaban a emitir un silbido colectivo que imitaba el aterrador sonido de las cámaras de gas del Lager de Auschwitz. El estadio se llenaba de aquel siniestro fonema: 'Ssssss', cual el bisbiseo de una serpiente... Es cosa que escapa a mi comprensión. De hecho, me niego a intentar comprenderla, toda vez que ello supondría un esfuerzo de justificación -declarar que algo es justo-, y no veo cómo sería tal cosa posible.

En el 2002, la FIFA creó sus Jornadas Contra el Racismo, y recientemente, una División Contra el Racismo. El artículo 3 de sus estatutos reza: 'Está punible con suspensión o exclusión la discriminación de cualquier país, individuo o grupo de personas por su origen étnico, sexo, lenguaje, religión, política o por cualquier otra razón'. Tales prejuicios siguen...

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