Ticos evitan el arroz integral aunque conocen sus ventajas

El ser humano es un animal de costumbres y cuando dichas costumbres tienen que ver con su cultura, con arraigos familiares y con el paladar, es aún más difícil cambiar el hábito, aunque eso pueda mejorar la salud.Sucede con algo tan cotidiano como comer arroz y frijoles. Por tradición o costumbre familiar, los ticos se sirven una cantidad mucho mayor de arroz que de frijoles, y hay quienes tildan al arroz integral de 'más feo' y 'más caro', aunque no lo hayan probado ni comprado. Tampoco les interesa comer ese cereal aunque se les hable sobre sus múltiples bondades.Esto es independientemente del sexo, la edad y la zona de residencia.Las anteriores son algunas de las conclusiones de un estudio sobre hábitos de consumo elaborado por el Instituto Costarricense de Investigación y Enseñanza en Nutrición y Salud (Inciensa) con apoyo de la Universidad de Harvard.El análisis fue respaldado por la investigadora Hannia Campos, de la Escuela de Salud Pública de esa casa de estudios, y su propósito era conocer la percepción y los hábitos de los costarricenses al comer su plato más tradicional.La investigación forma parte de una iniciativa global para mejorar la alimentación de las personas.'Estudios indican que comer el doble de frijoles que de arroz y empezar a sustituir el arroz blanco por integral baja el riesgo de padecer diabetes, y a los diabéticos les ayudaría a regular su azúcar', explicó Campos, quien además indaga sobre las causas y características del infarto en Costa Rica.'Las personas cambian su alimentación por salud preventiva y lo hacen cuando ya están enfermos y deben mejorar la dieta para no enfermarse más. Usualmente dicen: 'He comido arroz y frijoles así toda la vida; nada va a pasarme', y no les interesa si el arroz integral tiene más nutrientes y fibra', aseguró Rafael Monge, coordinador de la investigación del Inciensa.Paso a paso. La investigación, publicada en la revista Appetite, fue cualitativa y constó de 16 grupos focales con 98 adultos costarricenses entre los 45 y 60 años, que no tenían males crónicos (diabetes, hipertensión o infartos anteriores).Los participantes eran de dos zonas rurales (San José de la Montaña y Llano Grande de Cartago) y dos urbanas (Moravia y Desamparados). Se les separó por sexo y luego se dividió a...

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