El triunfo de Jafet que desnuda a los demás

Lo que hizo Herediano al final del torneo recién acabado solo merece elogios. Resucitó cuando todos le rezaban. Un ejemplo de gallardía, esfuerzo y convicción.Suturó sus heridas de camino, agobiado por un inicio sin fútbol ni resultados (con De La Pava) y un intermedio con destellos de buen juego, pero pocos puntos, de la mano de Wanchope. Así que el arribo de Jafet Soto fue un intento por salvar el título de Concacaf.De pronto, el Team se encontró festejando en Honduras un galardón más que sufrido, y con él se inyectó esa dosis de fe y convicción que lo convirtió en amenaza letal. Se llevó por delante rivales y pronósticos, incluido el mío para el juego final. Saqueó la Cueva, cuando las estadísticas la habían convertido en un fortín. Errores incluidos, del propio Jafet (se hizo expulsar inútilmente), de Arellano (autogol y expulsión) y de José Guillermo Ortiz (perdonó en el Rosabal), Herediano jugó sus cartas con más acierto y, sobre todo, con más espíritu guerrero.No hay nada que objetarle al título florense; sí mucho por reprochar a sus rivales. Ya lo dije una vez, cuando Saprissa campeonizó con la llegada de Watson a medio torneo: estas victorias desnudan a los demás técnicos e instituciones.Un equipo que cambió de timonel en tres ocasiones y terminó con un cuarto entrenador en el banco por la expulsión de Jafet, no puede ganarle a 11 rivales que, en la mayoría de los casos, conservaron un único técnico...

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