Vacíos en enseñanza estimulan negocio de tutorías fuera del aula

'El rendimiento académico de mi hijo no era bajo, pero a los seis años comencé a observar que le costaba mucho concentrarse y, por eso, me vi obligada a pagar dos tutores (para Matemática e Inglés), una psicóloga y una psicopedagoga.'Debí sumar a los ¢183.000 que cancelaba en el centro educativo privado unos cuantos miles de colones más para el pago de tutores. Ahora gasto al mes ¢500.000 en educación, lo cual es mucho dinero' , se queja Silvia Arrieta, madre soltera y vecina de La Unión, Cartago.Como ella, muchas familias recurren a profesores fuera de clase para que sus hijos mejoren notas, desempeño intelectual o aprendan nuevas técnicas de estudio.Para Jessica Arias, profesora de Matemática, con experiencia en colegios públicos y privados, la demanda por clases con tutores ha crecido en los últimos cinco años, tanto en número de estudiantes como en horas.Anteriormente, ella atendía cinco alumnos por semana de forma esporádica, casi siempre antes de exámenes, y ahora recibe 12 estudiantes con hasta tres clases de una hora por semana.Rafael Mora, tutor de Matemática y Física, actual director del Colegio Bilingüe Miravalle, de Cartago, coincide en que la demanda por tutorías creció, pues los alumnos convirtieron en hábito la búsqueda de clases extra.'No importa si el estudiante está en un centro educativo privado o público, tampoco si lleva buenas notas o no. La figura del tutor surgió como aquella persona que se le paga para desarrollar el potencial de los hijos y para que les enseñe técnicas de estudio y dejen de lado sus inseguridades', sostiene.Apuros dentro y fuera del aula.Docentes con preparación insuficiente, grupos numerosos que impiden dar atención individualizada al alumno y falta de supervisión en el hogar son razones que, según distintos sectores consultados, explican la demanda de tutorías.Martha Rodríguez, profesora de Matemática, Física, Química y Biología, tiene hace 10 años una academia en Heredia. Ella estima que el principal problema que tienen ahora los estudiantes es que los educadores perdieron la mística.'Antes tenían un carisma invaluable, conocían la realidad nacional o internacional, eran personas muy preparadas y cultas, y eso se ha perdido', asevera.Para Geovanny Esquivel, director del Liceo de Costa Rica, el padre de familia busca una atención más personalizada para sus hijos.'El sistema educativo nuestro es de masa. El profesor explica y, hay que ser realista, no todos los alumnos aprenden igual de rápido y el problema...

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