Vamos, un poquito más? ya casi entramos en el paleolítico

Jacques Sagot

Pianista y escritor

jacqsagot@gmail.com

Si algún técnico tuvo razones para quejarse en un campeonato mundial, ese fue Valery Lobanovski, director de la URSS en la justa celebrada en México en 1986. El equipo había avasallado a sus rivales durante la fase de grupos, y con su goleador estrella, Igor Belanov, había dejado ya claro que anhelaba la copa y masacraría a quien se atravesase en el camino de su obtención.

Pero sucedió que en octavos de final, la URSS se enfrentó a un insípido pero astuto equipo belga, uno de esos cuadros que ceden la posesión del terreno, y hunden la daga en esos precisos instantes en que el rival pasa de la sístole a la diástole, y se toma un respiro para recuperar el resuello. Bélgica terminó ganando por 4-3, con dos goles (Scifo y Ceulemans) anotados en posición adelantada.

Durante la conferencia de prensa, Lobanovsky, en cuya alma los periodistas retorcían perversamente el punzón de los yerros arbitrales, se limitó a decir: 'Me alegra que la afición haya tenido la oportunidad de ver un partido tan emocionante y con tantos goles: eso es lo principal. Nosotros perdimos porque cometimos errores defensivos'. En efecto, el tercer y cuarto gol de Bélgica habían sido producto de pestañeos defensivos en la zaga soviética. Lobanovsky atribuyó la derrota a las intermitencias de su equipo: no se ensañó contra el...

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