Veneno de serpiente tica podría servir en lucha contra epilepsia

El veneno de una elusiva serpiente costarricense podría convertirse en una herramienta poderosa para el estudio de la epilepsia y en un aporte al desarrollo de fármacos que logren controlar esta enfermedad.

Dos toxinas presentes en el veneno de la coral gargantilla (Micrurus mipartitus ) actúan sobre el sistema nervioso de una manera antes no conocida.

Al menos en el cerebro de los animales con los que se han hecho las investigaciones, estas toxinas alteran la comunicación de una neurona con otra, provocando algo así como 'cortocircuitos' en las señales.

Comprender cómo es que son capaces de causar esa alteración podría dar pistas para revertir el efecto y rehabilitar la interacción entre las células neuronales (sinapsis) en pacientes con epilepsia.

Así lo descubrió un equipo científico internacional que estudia el tema desde los años 80 y del que fueron parte los expertos delInstituto Clodomiro Picado(ICP), de la Universidad de Costa Rica.

Uno de los autores del artículo, que publicaron en febrero pasado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences, es el microbiólogo del ICP, José María Gutiérrez.

También participaron investigadores de la Universidad de Marsella (Francia); la Johns Hopkins (EE. UU.), así como del Hospital Universitario Hamburg-Eppendorf y de la Universidad de Sarre (Alemania).

Neurotoxinas. El ICP realizó recientemente un mapa de las proteínas que componen el veneno de la coral gargantilla, especie que vive en la zona norte y el Caribe costarricense.

El propósito inicial del estudio era purificar las toxinas que causan efectos letales en los animales, como la muerte del tejido muscular, hemorragias o coagulación de la sangre.

Resulta que las toxinas de las serpientes coral son neurotoxinas: bloquean la unión donde los nervios se conectan con los músculos, impidiendo que se regule la contracción muscular.

En un ratón de laboratorio y en los humanos provocan muerte por asfixia, pues se pierde el control sobre los músculos que permiten la respiración.

Pero esto no sucedió con el veneno de la coral gargantilla.

Gutiérrez explicó que apareció una proteína, con la misma estructura de las toxinas que producen parálisis respiratoria de otras corales. Curiosamente, cuando la inyectaban al ratón por vía intravenosa, no lo mataba.

'Entonces, se hicieron experimentos para probar qué pasaba si la toxina se administraba directamente en el cerebro del ratón', agregó el microbiólogo.

Y es que las neurotoxinas inyectadas...

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