Vida en la empresa: Cultivar personas

Los padres que solo engendran y proveen, se quedan cortos. Como los maestros que solo preparan para el examen. O los jefes cuya única partitura es la productividad. La persona en cuyo desarrollo intervienen, está llamada a ser un poema. Un poema es mucho más que palabras, métrica y rima. Y lo ha de escribir cada persona desde dentro de sí.Cada niño, cada colaborador, cada pupilo, es una promesa, es un pro-yecto: una posibilidad lanzada hacia delante. No les demos un libreto sobre el viaje; facilitemos que realicen plenamente su viaje. En nuestro afán de crear y controlar, queremos modelarlos cuando solo podemos ser testigos y a lo sumo inspiradores.Padres, maestros, coaches, terapeutas, jefes tienen una oportunidad -y una responsabilidad- de acompañar a quienes les han sido encomendados, hijos, alumnos, clientes, colaboradores, hacia el despliegue de sus potencialidades, con la mayor probabilidad de que sean felices. Todos deben tratar con extrema delicadeza la individualidad irrepetible de cada persona. Todos deben posponer su propia versión de la auto-realización, para atender a la auto-realización posible de sus encomendados.Ken Robinson, educador británico, dice que hemos educado, a través de la analogía de la producción industrial: eduque rápido, con procesos de producción iguales, logre productos estandarizados. El ideal de eficiencia de un...

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