Diferencias de género en la elección de estilos de vida en Argentina.

AutorGarc
Páginas63(22)

RESUMEN

Tomando al género como categoría de análisis, en el presente trabajo se estudia la asociación entre los estilos de vida para el caso de Argentina, cuantificando las diferencias reveladas entre varones y mujeres respecto al consumo de alcohol y tabaco, a los hábitos alimenticios y al nivel de actividad física que realizan. Para ello se realiza un análisis multivariado de correspondencia múltiple y se estima un modelo log-lineal de asociación empírica. Los resultados muestran diferencias de género significativas, apoyando la hipótesis de que los hombres afirman su masculinidad y se legitiman como el sexo fuerte por medio de comportamientos poco saludables.

PALABRAS CLAVE: ALCOHOL; TABACO; CONSUMO DE FRUTAS Y VERDURAS; ACTIVIDAD FÍSICA; MODELO LOG-LINEAL

ABSTRACT

Taking gender as a category of analysis, in this paper the association between lifestyles is analyzed for the Argentinean case, quantifying the revealed differences between men and women. Specifically the alcohol and tobacco consumption, dietary habits and level of physical activity are considered in the lifestyle category. A multiple correspondence analysis is performed and a log-linear model of empirical association is estimated. The results show significant gender differences supporting the hypothesis that men affirm their masculinity and are legitimized as the stronger sex through unhealthy behaviors.

KEY WORDS: ALCOHOL; TOBACCO; FRUITS AND VEGETABLES CONSUMPTION; PHYSICAL ACTIVITY; LOG-LINEAR MODEL

  1. INTRODUCCIÓN

    El marco social e institucional en el que los individuos se desenvuelven juega un rol fundamental en el estado de salud de los mismos. Si bien se observa una mejora en la calidad de vida, la misma no se ha distribuido de manera, equitativa en el conjunto de la sociedad; es decir, a medida que el conocimiento acerca de los factores que afectan la salud y las nuevas tecnologías para tratarlos se incrementa, las desigualdades sociales quedan al descubierto (Link, 2008). Esta problemática ha sido abordada desde diferentes ámbitos, tanto académicos como políticos. Entre estos, cabe nombrar aquí, la creación de la Comisión sobre Determinantes Sociales de la Salud en el año 2005 por parte de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

    Dentro de los determinantes sociales de la salud, el estilo de vida, entendido como un conjunto o patrón de comportamientos, ha demostrado poseer una influencia significativa sobre la calidad de vida de las personas (Balia & Jones, 2008; Cockerham, 2000; 2004; Contoyanis & Jones, 2004; Herzfeld, Huffman & Rizov, 2011; Prus, 2011). De hecho, se observa que el estilo de vida no consiste en una serie de hábitos descoordinados llevados a cabo por individuos sin ninguna relación aparente; sino que, por el contrario, está configurado por rutinas representativas de grupos o clases específicas, siendo el género una variable determinante de esto último (Cockerham, 2005:56-58).

    Existe una diversidad de estudios empíricos que constatan diferencias en el estilo de vida practicado por mujeres y hombres (Bryant, Leaver & Dunn, 2009; Cockerham, Hinote & Abbott, 2006; Denton, Prus & Walters, 2004; Denton & Walters, 1999; Kiefer, Rathmanner & Kunze, 2005). De la literatura sobre la problemática se desprende que, los hombres ven empeorada su salud a partir de las relaciones de consumo que establecen, mientras que para las mujeres el origen estaría en las relaciones de producción. De acuerdo a Courtenay (2000), ciertos comportamientos riesgosos como el abuso de alcohol y tabaco, están directamente conectados con la identidad masculina, lo que pudiera estar contribuyendo a la menor expectativa de vida de este grupo poblacional.

    Teniendo en cuenta la escasez de estudios sobre la relación entre género y estilo de vida para el caso de Argentina, y con el fin de cubrir en parte este vacío, la pregunta que guía la presente investigación es la siguiente: ¿Existen diferencias significativas en las conductas o hábitos llevados a cabo por mujeres y varones en Argentina? Por lo tanto, el objetivo de este trabajo consiste en conocer las diferencias en el estilo de vida practicado por mujeres y hombres en dicho país. Para esto, se trabaja con microdatos provenientes de la Encuesta Nacional de Factores de Riesgo (2005, 2009), y se realiza primeramente un análisis de correspondencia múltiple (MCA); para luego elaborar un modelo log-lineal para computar los cocientes de chances entre pares de variables de interés.

    Como hipótesis general, se espera que los varones posean un estilo de vida menos saludable que las mujeres. Dicha conjetura tiene sustento, tanto en el marco teórico desarrollado en la sección segunda del presente trabajo, en el que se adopta una postura de tipo social o cultural, como en los antecedentes empíricos revelados. Específicamente, aunque se observa cierta convergencia en los patrones de consumo de alcohol, comparado con las mujeres en distintas sociedades, el hombre suele incurrir en un mayor abuso de esta sustancia (Wilsnack, R., Wilsnack, S. & Obot, 2005). De manera similar, la prevalencia en el consumo de tabaco es mayor entre la población masculina, aunque la brecha es más estrecha a medida que se incrementa la emancipación de la mujer (Bauer, Göhlmann & Sinning, 2006; Hitchman & Fong, 2011; Lundborg & Anderson, 2008; WHO, 2007). Respecto a los hábitos alimenticios, se espera que las mujeres mantengan una dieta más balanceada y saludable en términos nutricionales que los varones. Solamente en la realización de actividad física, el hombre presentaría ventajas respecto a la mujer, en términos de una mayor ejercitación física (Frankish, Milligan & Reid, 1998; Kiefer, Rathmanner & Kunze, 2005; Rimal, Fletcher & McWatters, 2000; Zugravu et al., 2009).

    Lo que resta de la presente investigación se estructura de la siguiente manera: en la siguiente sección del trabajo se presenta el enfoque teórico adoptado, describiendo la relación entre género y estilo de vida. Seguidamente se plantea la metodología utilizada, describiendo la fuente de los datos, las variables y modelos a utilizar. La cuarta sección corresponde a la descripción de los resultados y se finaliza con unas breves conclusiones.

  2. GÉNERO Y ESTILO DE VIDA

    El género, como categoría de análisis, surgió en un periodo en el cual tanto activistas como académicos debatían acerca de si los factores que incidían en las diferencias observadas en la salud no reproductiva de mujeres y hombres, eran de tipo biológico, o se sustentaban en convenciones culturales normativas (Krieger, 2003:652).

    De manera paulatina, comienza a utilizarse el término "género" para denotar aquellas diferencias que tienen origen en normas culturales, y el "sexo" para marcar las diferencias de tipo biológico. El primero se refiere a un conjunto más amplio de variación acerca de cómo las personas, en diferentes sociedades de todo el mundo, identifican los roles sociales y culturales, valores y comportamientos de hombres y niños, niñas y mujeres (Pollard y Hyat, 1999:2).

    Por lo tanto, y considerando que el género es un concepto eminentemente relacional, el interés está orientado hacia las relaciones que establecen hombres y mujeres. Una visión de género, lejos de olvidar a los hombres, los incluye como elemento esencial en las relaciones de poder y desigualdad que afectan a la salud (Borrel, García-Calvente y Martí-Boscá, 2004:3). De acuerdo a Bates, Hankivsky y Springer (2009:1003) equiparar "género y salud" con la salud de las mujeres no permite realizar un correcto entendimiento de la salud de los hombres desde esta perspectiva.

    El estilo de vida, desde este enfoque, juega un rol fundamental en la configuración de las relaciones entre hombres y mujeres.

    El origen del concepto de estilo de vida puede ser rastreado hasta los teóricos de la sociología clásica, que vieron al mismo como un componente de estratificación. Por ejemplo, como un elemento de la "superestructura" para Marx, o como un elemento que definía a la "clase ociosa" para Veblen, aunque fue Weber el que desarrolló un concepto más acabado, quien marcó su importancia para la evolución y supervivencia del status o clase social (Backet & Davison, 1995:631). De acuerdo a este último, el estilo de vida opera como punto de encuentro entre las oportunidades (condiciones estructurales) y las elecciones de los individuos, siendo las primeras determinantes o limitantes de las segundas. En un contexto weberiano, las oportunidades están basadas en factores socioeconómicos como la clase o el status, mientras que desde una perspectiva más moderna, existen otras variables de estratificación, como la etnia o el género (Cockerham, 2000:1314).

    La mayoría de las actividades que comprenden el estilo de vida tienen lugar fuera de los sistemas de salud, e incluyen un conjunto de comportamientos relacionados con el consumo de alcohol y tabaco, realización de dietas, ejercicio, manejo del estrés, higiene personal, descanso y relajación, uso del cinturón de seguridad, entre otras. Como sostiene Cockerham (2005:5556), estos comportamientos son de naturaleza binaria, i.e. saludables o no saludables, lo cual sugiere la evidencia de que para muchas personas, su estilo de vida puede ser caracterizado como generalmente positivo o negativo. García Ruíz (2009:8) define el estilo de vida como un conjunto de conductas características, que tienen un sentido específico para los demás y para el propio sujeto en un lugar y momento concreto. Suele reflejar los valores e ideas básicas de las personas sobre sí mismas y sobre el mundo que les rodea. Por ello, representa un medio para forjar un sentido de sí y para crear símbolos que manifiestan la propia identidad, y precisamente, es la identidad masculina la que está en juego.

    En este sentido, el uso de creencias y comportamientos para definirse como mujer u hombre tienen un profundo impacto en la salud y la longevidad, y es el hombre ante la búsqueda de poder y privilegios, el que frecuentemente daña su propia...

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