Expectativas de inflación en Costa Rica.

AutorAlfaro Ure
Páginas85(32)

RESUMEN

Como parte del proceso de transición hacia un esquema de Metas de Inflación (MI), el Banco Central de Costa Rica (BCCR) considera relevante caracterizar de la manera más completa posible las expectativas de inflación de la población, considerando tanto las particularidades de cada pronóstico que realizan como el proceso mediante el cual cada uno de los agentes incorpora la información disponible en la formulación de su expectativa individual sobre esta variable. El presente trabajo documenta el análisis de la información sobre expectativas de inflación contenida en la Encuesta Mensual de Expectativas de Inflación y de Variación del Tipo de Cambio. Se presentan diversas hipótesis sobre la formación de las expectativas, siendo las principales: expectativas racionales y expectativas adaptativas. Los resultados muestran sesgos importantes en las expectativas, así como una ausencia de aprendizaje respecto a los errores pasados por parte de los agentes consultados.

PALABRAS CLAVE: METAS DE INFLACIÓN, ENCUESTAS, BANCA CENTRAL, EXPECTATIVAS RACIONALES, EXPECTATIVAS ADAPTATIVAS.

ABSTRACT

The Banco Central de Costa Rica (BCCR) is currently transitioning to an Inflation Targeting (IT) regime. In such context, it is relevant for the monetary authority to characterize in the most complete way possible the inflation expectations of the population, both in the particular elements of the forecasts and in the processes by which agents take information into account for their individual predictions. This paper documents the analysis of the inflation expectations data contained in the Monthly Survey of Inflation and Exchange Rate Expectations. We test several hypotheses such as rational and adaptive expectations. The results show significant biases in those expectations, while there is also a lack of learning from past errors by the agents surveyed.

KEY WORDS: INFLATION TARGETING, SURVEYS, CENTRAL BANKING, RATIONAL EXPECTATIONS, ADAPTATIVE EXPECTATIONS.

  1. INTRODUCCIÓN

    El Banco Central de Costa Rica (BCCR) ha manifestado públicamente su intención de implementar un sistema de Metas de Inflación (MI) con el objetivo de reducir en el mediano plazo la inflación interna a los mismos niveles de sus principales socios comerciales. La institución ha ejecutado políticas que contribuyen con dicho proceso, tales como anunciar regularmente en el Programa Macroeconómico un rango de meta explícito para el cambio interanual del nivel de precios, de la misma manera como se acostumbra en otros países en los que este esquema de política se ha implementado formalmente.

    El éxito de un sistema de MI depende de que las expectativas que tienen los agentes respecto al cambio de los precios sean similares al cambio esperado y anunciado por el BCCR. Esto por cuanto expectativas con valores altos pueden generar una inflación mayor a la alcanzada, debido a que los agentes pueden tomar decisiones que generen inercia inflacionaria. Por lo tanto, resulta primordial en el cumplimiento de los objetivos de la institución conocer con detalle cómo se forman las expectativas de los agentes económicos, con el fin de comprender cómo la información externa y las propias acciones del BCCR afectan la toma de decisiones de los individuos (3).

    En Costa Rica se realizan dos encuestas que miden las expectativas de inflación de los agentes económicos. Hasta el momento, la información estadística que se recopila no ha sido explotada en todos sus alcances. Por ejemplo, Esquivel (2009) utiliza datos mensuales agregados para el análisis de la hipótesis de racionalidad y de cómo se forman las expectativas. Sin embargo, la base de datos disponible permite análisis más exhaustivos respecto a la heterogeneidad de los agentes, sus características y la evolución de sus percepciones a través del tiempo. La comprensión de dichos elementos, facilitada por la riqueza de la base de datos, representará un insumo valioso para la toma de decisiones de política monetaria.

    El análisis de encuestas de expectativas de inflación ha sido un tema recurrente en la literatura. La profundidad del análisis es cada vez más relevante, ya que existen en la actualidad mejores herramientas para la medición de las expectativas de los agentes económicos. En el caso de los Estados Unidos de América (EUA), Mankiw, Reis y Wolfers (2004) exploran las características de diferentes encuestas de expectativas de inflación disponibles, encontrando que el nivel de desacuerdo en las expectativas entre los agentes es significativo y que esa heterogeneidad también depende de los valores que tomen diferentes agregados macroeconómicos.

    Un caso más cercano a la experiencia costarricense es el de Uruguay. Borraz y Gianelli (2011) realizan un análisis de la encuesta de expectativas y encuentran que el poder predictivo de los analistas a quienes se les realiza la consulta es bajo. Además, los pronósticos individuales tienden a converger en el tiempo hacia la media que se divulga cada mes. Aunado a esto, es notorio que el límite superior del rango de la meta tiene una importancia relevante para la realización de los pronósticos, mientras que los instrumentos de política monetaria no la tienen.

    En ambos estudios se realizan pruebas de hipótesis para verificar el uso que se le da a la información económica disponible en el momento de generar la expectativa. Para esto, se analiza mediante regresiones si los errores de predicción están correlacionados con el comportamiento de variables relevantes al momento de realizar el pronóstico, como el nivel de desempleo, la inflación y los bonos del tesoro, entre otros. Además de someter a prueba la hipótesis de que sí existen sesgos en los pronósticos, se demuestra que los errores de predicción son persistentes en el tiempo.

    Leyva Jiménez (2012) realiza, para Guatemala, un análisis exhaustivo de las hipótesis de racionalidad y optimalidad de los pronósticos para un panel pequeño de analistas privados a los cuales se les consulta sobre la expectativa de inflación para varios horizontes. Este estudio encuentra que estos pronósticos no son óptimos, y son susceptibles de mejoras sustanciales. Finalmente, el autor sugiere algunos elementos para mejorar paulatinamente la información con que cuentan los analistas sobre los pronósticos que ellos mismos realizan, una práctica que es común en otros países.

    Es relevante para el presente estudio analizar por separado el periodo que identifica Torres (2012), a partir del cual existe evidencia de un cambio estructural para la inflación de Costa Rica. Precisamente, es a partir de mayo de 2009 que las variaciones interanuales del IPC se redujeron a un dígito, y mantuvieron durante los años siguientes y hasta la actualidad niveles que rondan el 5%. Sin duda, este es el periodo de mayor interés para el presente estudio, al ejemplificar la lenta convergencia de las expectativas de inflación al nivel efectivo de inflación, aun cuando esta última no ha tenido variaciones importantes (4).

    Este documento se organiza en cuatro partes. En la segunda parte se profundiza sobre los determinantes de la formación de las expectativas de los agentes económicos, mediante distintos métodos analíticos. La tercera parte propone un modelo base para proyectar los datos de expectativas de inflación en el corto y mediano plazo, mientras que la última parte presenta las conclusiones y recomendaciones.

    A continuación se explica la naturaleza de las bases de datos utilizados en este estudio.

    Datos utilizados

    Tal y como se mencionó previamente, el BCCR realiza dos encuestas cuyo objetivo es capturar las expectativas de inflación de los agentes económicos: la Encuesta Mensual de Expectativas de Inflación y de Variación del Tipo de Cambio y la Encuesta Trimestral Perspectivas Económicas, elaboradas por el Departamento de Gestión de la Información Económica (DGIE) de la División Económica (DE) del BCCR. La encuesta trimestral arroja resultados muy similares a la encuesta mensual, por lo que este documento se concentrará en analizar la información de la encuesta mensual, con el fin de aprovechar las ventajas de una mayor cantidad de observaciones (5).

    Es relevante destacar que un dato obtenido a través de la encuesta en un mes y año particular, debe ser interpretado como la expectativa de la inflación interanual que se presentará once meses después. Esto por cuanto los agentes formulan su expectativa para doce meses, pero son consultados al respecto en el transcurso del primer mes de ese periodo anual que están pronosticando (6). Por ejemplo, aquellas expectativas manifestadas en enero tratan de pronosticar la inflación a diciembre de ese mismo año. Por lo tanto, el dato recopilado durante enero debe ser comparado con la inflación observada 11 meses después (diciembre).

    Los datos de la encuesta mensual inician en enero de 2006, cuando diciembre de 2006 era la primera fecha para la cual existe una medición del sesgo de las expectativas. Se cuenta con disponibilidad de datos hasta abril de de 2013, por lo que hay 77 meses en la muestra para todos los cálculos que requieran datos de cuán acertado fue un pronóstico. Para datos descriptivos, la muestra aumenta en 11 meses.

    En la base de datos utilizada para el presente estudio hay 108 individuos, a los que a lo largo del periodo muestral se les ha consultado en algún momento sobre su expectativa de inflación. En los primeros meses para los cuáles se recogieron datos, la muestra consistía de alrededor de 27 personas mientras que ese número se ha duplicado y ronda los 60 individuos consultados en los primeros meses del año 2012 (la expectativa relevante para los meses recientes).

    La muestra está dividida en cuatro estratos: analistas bursátiles (60%), consultores (21%), académicos (11%) y empresarios (8%). Es posible, por lo tanto, conocer el poder predictivo de cada uno de los grupos consultados así como darle seguimiento a cada uno de los individuos que se haya mantenido en la muestra a lo largo de un periodo extendido.

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