Cambios en la distribuci

AutorTrejos S., Juan Diego
Páginas9(21)

Costa Rica se ha caracterizado por mostrar un grado de desigualdad en la distribución de los ingresos familiares relativamente reducido en el contexto de una región latinoamericana que tiene la desafortunada fama de ser una de las regiones más desiguales del mundo (De Ferrari y Perry, 2004; PNUD, 2010; CEPAL, 2011; Gasparini y Lustig, 2011). No obstante, la desigualdad en el país ha estado aumentando y durante el primer decenio del 2000, cuando la desigualdad empieza descender en la mayoría de los países de la región, ello no sucede en Costa Rica. Esto hace que el país pase de tener una de las distribuciones de ingreso familiar con menor desigualdad en la región (Medina y Galván, 2008), a una situación de desigualdad intermedia.

El objetivo de este trabajo es analizar los cambios distributivos durante el decenio del 2000, poniendo la atención en una faceta de la desigualdad de los ingresos familiares, como lo es el aporte de las distintas fuentes de ingresos a la desigualdad total y a sus cambios. Para ello se sigue una metodología, desarrollada por Lerman y Yitzhaki (1985), que permite la descomposición aditiva y exacta del índice de Gini por fuente de ingreso. Para concretar este objetivo primero se revisan los antecedentes sobre la evolución de la distribución de los ingresos en el país y en la región. Seguidamente, se presenta la metodología a aplicar, para pasar luego a la discusión de los principales resultados. Se concluye con una recapitulación de los principales hallazgos y sus implicaciones de política.

ANTECEDENTES

Existen importantes dificultades para comparar la desigualdad en la distribución de los ingresos familiares entre países o dentro del mismo país en el tiempo. Los niveles de desigualdad, y sus cambios, pueden verse afectados por el tipo de encuesta (de empleo; ingresos y gastos o niveles de vida), el período de recolección (mensual, anual o continua), la cobertura de los rubros de ingresos medidos y sus períodos de referencia, así como el tratamiento posterior de los ingresos para atender problemas como: valores extremos, no respuesta, omisión de rubros, subreporte de los montos, presencia de ingresos cero o negativos y diferencias regionales de precios. También los cambios en los diseños de las muestras y de los instrumentos de recolección pueden afectar las comparaciones en el tiempo dentro de un mismo país.

Para buscar la mayor comparabilidad de la información entre países se pueden utilizar las estimaciones que viene realizando la CEPAL (2011) desde tiempo atrás a partir de las encuestas de hogares de los países como fuente primaria. (3) Siguiendo el estándar actual, la desigualdad en la distribución de los ingresos familiares se analiza considerando el tamaño de los hogares (ingreso familiar per cápita) y su distribución entre las personas y no entre los hogares, donde a cada miembro del hogar se le asigna el ingreso familiar per cápita respectivo, esto es, sin considerar posibles desigualdades al interior de los hogares. (4) El gráfico 1 compara el índice de Gini cerca del año 2000 y del año 2010 para ver los cambios en la última década. Solo tres países, incluido Costa Rica, junto a República Dominicana y Guatemala, evidencian un aumento en la desigualdad, mientras que no cambia en Bolivia. Para los 14 países restantes, de los 18 con información, se observa una reducción en la desigualdad de los ingresos familiares per cápita. Para inicios del 2000, Costa Rica mostraba el menor grado de desigualdad después de Uruguay. Para el final del período, Uruguay mantiene un bajo y menor nivel de desigualdad y ahora Perú, México, El Salvador y Venezuela alcanzan niveles de desigualdad por debajo que Costa Rica, en tanto que Ecuador se asemeja a ella.

Esta evolución favorable en la desigualdad en la región viene precedida de un aumento en las dos décadas previas. Existe una creciente literatura sobre los cambios distributivos en América Latina y tiende a existir acuerdo de que la desigualdad aumentó en la región en las décadas de los años ochenta y noventa y tendió a reducirse en el primer decenio del 2000. Los aumentos de la desigualdad en los años ochenta y noventa se asocian con las crisis económicas, las políticas de ajuste sin una red de protección social, las reformas económicas en sus etapas iniciales, particularmente la apertura comercial, y el cambio tecnológico que aumentó la demanda relativa de los más educados (Székely and Hilgert, 1999a; Gasparini and Lustig, 2011; Székely and Sámano, 2011; Cornia, 2012, entre otros).

A partir del 2002, se observa una reducción bastante generalizada de la desigualdad en América Latina. Estos resultados se explican porque los efectos negativos de las reformas económicas tienden a diluirse y las mejoras macroeconómicas incrementan el empleo, así como por una reducción del premio salarial de los más educados, junto con un aumento de las transferencias monetarias a los más pobres (Lustig, et al, 2011; CEPAL, 2011; Gasparini and Lustig, 2011, Cornia, 2012; LópezCalva y Lustig, 2011, entre otros). La caída del premio salarial a los más educados se asocia con un aumento de la cobertura de la educación media, junto a políticas laborales que impulsan los ingresos de los menos calificados (salarios mínimos y fortalecimiento de la negociación colectiva). Según CEPAL (2011), solo en Costa Rica y República Dominicana no se observa una reducción del premio salarial de los más educados, mientras que esta reducción es clara en El Salvador y Nicaragua, que experimentan también una reducción en la desigualdad en los años de educación (expansión secundaria). Resultados similares son obtenidos por Gasparini, et al. (2011). Si bien en el mercado de trabajo se concentran las mejoras en la reducción de la desigualdad, siguen existiendo importantes déficits, como la informalidad (Keifman and Maurizio, 2012). Además, la expansión de las transferencias a los pobres, junto al fortalecimiento de las instituciones laborales se asocia con políticas distributivas que tienen que ver, en parte, con la llegada de gobiernos de izquierda en la región, donde el caso emblemático sería Venezuela, como se observa en el gráfico 1 (Cornia, 2012; Roberts, 2012).

[GRÁFICO 1 OMITIR]

No obstante, como señala Lustig, et al. (2011), esta reducción del coeficiente de Gini del 0,529 en el 2000 al 0,509 en el 2009, como promedio regional, no es trivial y es estadísticamente significativa y se mantiene con independencia del indicador de desigualdad utilizado, de la fuente a que se acude o del intervalo usado. Esta reducción en 13 de los 17 países con información comparable, se produce tanto en países con alto o bajo crecimiento; con alto o bajo porcentaje de población indígena; con gobiernos de izquierda o de centro--derecha; con estados de bienestar amplios o con elevada exclusión social; con alta o baja desigualdad inicial y tanto en períodos de recuperación como durante la recesión global del 2009.

En este contexto, es importante especificar la evolución de la desigualdad en el país. Una de las limitaciones de los análisis de la evolución de la desigualdad, es que es muy sensible a los años utilizados, años que responden en general a la disponibilidad de la información más que a límites de los distintos procesos evolutivos. Por ello, es útil reconstruir la evolución de la desigualdad del ingreso familiar per cápita entre las personas (IFP), aproximada por el coeficiente de Gini, a partir de las distintas encuestas a los hogares disponibles. El gráfico 2 resume esta evolución, utilizando los datos sin ajuste alguno a los ingresos, pero incluyendo los hogares con ingreso cero e identificando cada tipo de encuesta utilizada. (5) Las encuestas utilizadas son las realizadas por el ahora Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC); son puntuales, pues la información se recolecta en julio de cada año, los ingresos se refieren en general a la semana anterior a la encuesta, aunque se contemplan períodos mayores para algunos ingresos y estos contemplan fundamentalmente ingresos en dinero. No se incluye el valor locativo o alquiler imputado por habitar casa propia, ni los pagos en especie, salvo el autosuministro del trabajador independiente y solo recientemente se indagan las remuneraciones aplazadas (aguinaldo y salario escolar).

La serie tiene también distinta cobertura en la cuantificación de los ingresos. La primera ronda de encuestas, denominada Encuesta Nacional de Hogares de Empleo y Desempleo (ENHED) arranca en 1976, con el censo del 1973 como marco muestral, midiendo solo los ingresos salariales y a partir de 1980, completa la medición de los ingresos del trabajo en dinero. A partir de 1987 inicia la Encuesta de Hogares de Propósitos Múltiples (EHPM), con cambios en muestra (censo 1984), formulario y conceptos. Inicialmente agrega la medición de los ingresos por transferencias en dinero y, a partir de 1991, mide gruesamente los ingresos de capital, también en efectivo. Esta encuesta sufre modificaciones en la muestra y en los ponderadores con base en el censo del 2000, con lo que se introducen algunas dificultades de comparación. A partir del año 2009 se introduce una nueva encuesta, la Encuesta Nacional de Hogares (ENAHO), con cambio de muestra, de formulario y de conceptos, aunque aún no se ajusta al censo del 2011. Esta encuesta empieza a medir los ingresos en especie y amplía el rango de los ingresos por transferencias. También realiza imputaciones por no respuesta y ajustes por subdeclaración a partir de las cuentas nacionales.

[GRÁFICO 2 OMITIR]

La ENHED muestra que la desigualdad aumenta durante la crisis de la deuda (1981 y 1982), pero luego se reduce durante la etapa de las políticas de estabilización (1983-1985). Esta reducción, se reproduce en la distribución de los ingresos laborales entre los ocupados y viene desde el año 1977 si se circunscribe a los ingresos salariales. La reducción del premio salarial entre los más educados fue el principal factor...

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